Cuando el Barcelona firmó a Neymar el pasado verano por una cantidad que superó los 65 millones de euros (57 millones oficiales de fichaje + una compensación de 8’5 millones en la que el Baça logró los derechos de tres jugadores del Santos) muchos fueron los que consideraban la operación arriesgada. Ya entonces las dudas eran cuestionables desde un punto de vista meramente económico, ya que pese a tener sólo 21 años y cero experiencia en Europa, el delantero brasileño aterrizaba en España como el futbolista que más dinero generaba a través de la publicidad.
El Barcelona ganaba un jugador con unos ingresos por patrocinios cercanos a los 20 millones de euros anuales y, a las puertas del Mundial de Brasil, donde será la máxima estrella, el club presidido por Sandro Rosell podría recuperar gran parte de la inversión en un tiempo relativamente rápido. Es cierto que el Barça, a diferencia del Real Madrid, no se lleva nada por los derechos de imagen del futbolista, pero su estrecha relación Nike (firma que tiene al Barcelona como su equipo estratégico) hacían presagiar grandes negocios. No olvidemos que hablamos de el único icono real que hay a día de hoy en Brasil, país emergente donde las ventas de productos deportivos se han multiplicado en un 200% en el último año.
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Sólo por su impacto mediático, calificar el negocio de Neymar como arriesgado era un tanto aventurado, aunque siempre quedaba la posibilidad de que el jugador no lograse adaptarse al exigente fútbol europeo y perdiese gran parte de su tirón comercial. Por desgracia para los críticos, sólo ha necesitado ocho jornadas de Liga para demostrar que además de mediático, será un gran futbolista, lo que ha servido para reforzar su imagen e impulsar aún más ‘la marca Neymar’ (reforzada además con una actitud ejemplar).
Así que ahora el Barcelona tiene al jugador más mediático del mundo, que apenas cuenta con 21 años, que es la estrella del país que organizará el próximo Mundial, que viste de Nike y que encima disfruta moviéndose en el mundo del marketing, algo que Messi detesta. En otras palabras, que el conjunto catalán tiene entre manos un diamante que, más allá de su aportación en los terrenos de juego, puede generar unos retornos económicos como imagen del club absolutamente espectaculares. Por eso a nadie le puede extrañar que el padre del jugador, Sandro Rosell y Nike estén negociando conjuntamente campañas de futuro. Neymar es una mina ¿Cuánto vale ahora? Mucho, pero que mucho más de los 65,5 millones que se pagaron por él.
