El máximo accionista reaparece en redes y sitúa a su hija Hayman como heredera del proyecto blanquiazul
Otra vez el jeque apareció donde más cómodo se siente: la red social X. Y otra vez lo hizo para hablar del Málaga CF. Su figura sigue huidiza en España, investigado por múltiples delitos y fuera del alcance de la justicia, pero no pierde ocasión para dejar caer mensajes cargados de intención. Esta vez, el protagonista indirecto fue su hija, Hayman Al-Thani, a quien el propio jeque ha señalado públicamente como el futuro del club. Lo dijo sin rodeos: “A través de ti veo un futuro digno del Málaga”.
El comentario llegó como respuesta a una publicación de Hayman, que trabaja actualmente en Al-Jazeera durante el Mundial sub-17 femenino que se celebra en Catar. Y, claro, las alarmas se encendieron. Otra vez. Porque cada mensaje del jeque nunca es solo un mensaje: siempre parece un globo sonda, una insinuación o un recordatorio de que sigue sintiéndose dueño del club.
Para entender por qué esto ha generado tanto revuelo hay que mirar atrás. Hayman no es una desconocida para el malaguismo. Cuando la familia Al-Thani estaba implicada en la gestión diaria, ella dirigió la sección femenina del club. Pero su paso dejó heridas abiertas y un expediente judicial en marcha.
Una historia que el malaguismo no ha olvidado
En la causa abierta contra el jeque y parte de su familia, la Fiscalía dejó claro que los pagos a Hayman no estaban justificados. Según la investigación, ella habría cobrado alrededor de 80.000 euros al año por ese cargo, sumando unos 167.500€ entre 2017 y 2020. Y si algo escoció en la afición fue sentirse utilizada. Se hablaba de sueldos inflados, de gestión opaca, de decisiones sin sentido deportivo. El Málaga se caía a pedazos mientras los despachos parecían un cajón revuelto de privilegios.
Por eso el mensaje del jeque ha sonado a provocación. A intentar maquillar el pasado. A querer volver a escena como si nada hubiera ocurrido. “Hayman no es solo mi hija. Ella es el orgullo de nuestra familia… Ha demostrado liderazgo, fe, sinceridad y compromiso”, escribió él, como quien prepara un regreso y busca limpiar la imagen familiar a través de un discurso amable.
Lo cierto es que las palabras chocan con la realidad jurídica. La causa contra los Al-Thani sigue su curso. Él sigue fuera de España. Y la gestión de aquellos años dejó al Málaga en el borde del abismo deportivo, económico e institucional.
El mensaje no es casual, llega en un momento delicado
El Málaga vive una temporada de reconstrucción, con heridas todavía abiertas y una afición cansada de promesas. Y que el jeque vuelva a escena, por mínima que sea la insinuación, altera el ambiente. Porque para el aficionado no es solo un nombre: es el inicio de la caída, el principio de una herida que aún cicatriza.
El jeque, sin embargo, juega otra partida. Habla de “asuntos infundados y maliciosos”. Habla de orgullo familiar. Habla —y esto es lo inquietante— de “volver a un Málaga digno” y también de Catar, como si todo estuviera esperando una resolución judicial favorable para recuperar el control.

Mientras tanto, Hayman, desde Catar, lejos de La Rosaleda y del día a día, escribió algo que sonó mucho más humano: que el Mundial le recordó por qué ama lo que hace, que el fútbol femenino le devuelve la energía, que el trabajo la conecta con su propósito. Su voz sonó más tranquila que la de su padre. Incluso más sincera.
¿Es posible que ella quiera volver algún día? ¿O es simplemente el jeque intentando limpiar pasado y vestir futuro? En Málaga nadie lo tiene claro, pero una cosa sí: cualquier intento de reconstrucción pasa por cerrar las heridas, no por reabrirlas.
El Málaga, lo que necesita, no es ruido: es estabilidad
La afición quiere proyectos, no discursos. Transparencia, no promesas. Y pase lo que pase con la familia Al-Thani, el futuro del club dependerá de algo mucho más simple: trabajar en paz, con seriedad, con profesionales, mirando hacia adelante.


