El fútbol y la dopamina, dos conceptos muy ligados


Por extraño que pueda parecer fútbol y dopamina son dos conceptos con elementos en común. Voy más allá. Los equipos de fútbol en el periodo de fichajes se comportan como seres humanos. En gran medida porque precisamente eso son aquellas personas responsables de la toma decisiones. Analicemos.

La dopamina es una hormona que segrega el cuerpo humano provocando un deseo irrefrenable por la promesa de satisfacción que suscita. Desde un punto de vista más práctico, la dopamina es aquello que te invita a pedir ese postre tan delicioso desde el mismo momento en el que lo ves en la carta, a pesar de que eres consciente de que no te conviene. Es el motivo por el que los planes a largo plazo sucumben en favor del placer más inmediato. Más concretamente en favor de la promesa de placer, más que el placer propiamente dicho. Porque la dopamina no te da satisfacción, se limita a prometértela independientemente de que luego efectivamente se dé o no.

Y precisamente eso es lo que ocurre en muchos casos en el mercado de fichajes. Parece que existe un desinhibido interés por parte de algunos clubes en “darse” una satisfacción inmediata fichando a determinados futbolistas en perjuicio de los intereses y planes a largo plazo. La dopamina les vuelve caprichosos y, por lo tanto, irreflexivos. Y existen clubes que sucumben con demasiada frecuencia. La promesa irreflexiva de placer incita a que se rindan ante las tentaciones más inmediatas para que, una vez que se ha caído en la tentación, acaben dando acomodo a la razón. Cuando lo hacen terminan por darse cuenta de que las decisiones adoptadas “hormonalmente”, de manera impulsiva, no tienen el más mínimo sentido en el largo plazo más allá del hecho de apaciguar los impulsos a cada momento.

Con demasiada frecuencia se repite ese comportamiento consentido e infantil del “lo veo, lo quiero”. Y muchos clubes no se paran a pensar si precisamente es eso lo que les conviene atendiendo a planteamientos previos, a largo plazo y deshormonizados.

Dicha actitud habitualmente deja con posterioridad “cadáveres” por el camino. Y generalmente los “cadáveres” son los equivocados. Lo son porque muchas veces se alude falta de capacidad del jugador cuando lo cierto es que no existía una necesidad de disponer de él. En consecuencia, nunca existió la posibilidad de acomodarlo.

Por lo tanto, conviene desapegarse de lo emocional por muy difícil que parezca porque no depende tanto de la brillantez de la pieza del puzle que se pretenda como de la posibilidad de que dicha pieza tenga cabida en tu puzle.

Por @PaulFraga