En Brasil, la sociedad civil ha dado un paso adelante y no para de poner en evidencia a unas autoridades que se gastan un dinero que los ciudadanos reclaman para sanidad, transporte, educación y vivienda. La población brasileña no entiende el espeluznante gasto en fútbol en un país con ciudadanos tan necesitados. Si las previsiones terminan cumpliéndose y no se desvía el presupuesto, el Mundial de Brasil 2014 necesitará una inversión total que oscilará a 15.000 millones de dólares.
Teniendo en cuenta que la población brasileña tiene 194 millones de habitantes del país, a cada brasileño le tocará soltar 77 dólares para que el Mundial se pueda llevarse a cabo. Para las perdonas que tengan un Salario Mínimo de hasta menos de 400 dólares es una cantidad insostenible. Viendo estos datos se comprende que los ciudadanos de a pie, los que viven en infraviviendas, protesten por un evento que se ha convertido en una interminable fuente de derroches. Se han desembolsado 3.500 millones de dólares en la construcción de estadios.
Por su parte, el gobierno brasileño defiende su apuesta mientras insiste en que toda esta inversión tendrá un importante retorno. La empresa pública, Embratur, estiman que los turistas gastarán casi 11.000 millones de dólares durante el Mundial. La mayor parte será a cargo del turismo interno y los extranjeros aportarán casi 3.000 millones de euros. Una justificación que de nada sirve a la población brasileña.