La Copa es una vaca lechera. La FIFA obtiene el 95% de los ingresos que producen todos los mundiales; en Brasil se estima que la cifra estará cerca de los 4900 millones de dólares, muy por encima de lo obtenido en los mundiales de Sudáfrica (3200 millones) y Alemania (2700 millones) según informa la Agencia Euromericas líder en Marketing Deportivo.
Existe una promesa de riquezas que genera el Mundial para el país anfitrión, si bien es el país organizador el responsable de invertir en la infraestructura requerida para que el torneo sea un éxito. Sólo en estadios, Japón y Corea en 2002 gastaron 4500 millones de dólares, Alemania 2200 millones, y Sudáfrica construyó cinco estadios y renovó otros cinco por la suma de 2000 millones, expresó Gerardo Molina, CEO de la agencia y Director del informe
En Brasil, los 12 estadios van a costar unos 4200 millones de dólares, más 15 mil millones en inversión pública y privada (hoteles y espacio de hospitalidad en las ciudades, por ejemplo)
Es muy importante destacar que Brasil no se cuenta con una infraestructura de comunicaciones acorde para un evento de este milenio; es decir, son de baja calidad los servicios de telefonía, datos y anchos de banda para trasmitir audio y video, con lo cual Brasil invertirá más en telecomunicaciones que en estadios, alcanzando los 4600 millones de dólares.
¿Por qué los países se embarcan en estos millonarios gastos? La respuesta gira en torno a poner al país en los ojos del mundo entero, y el flujo del ingreso de dólares que dejarán los millones de turistas que llegarán al país.
También el mundial le da impulso a la “Marca País Brasil”, en donde se puede mostrar a los extranjeros, desde una gran escaparate, dónde tomar futuras vacaciones, como poder invertir capital en esas tierras y mostrar el camino para hacer negocios con confianza al target empresarial presente en el evento mas multitudinario del planeta.
La inversión gubernamental estima para la generación de reuniones del ente antes citado, se calcula en 800 millones de dólares
Euromericas explica que hacer un mundial no hace a un país rico, ni lo hace crecer en el corto plazo (si se puede comenzar un proceso sustentable a largo plazo); si bien no lo enriquece, lo hace más feliz.
En cuanto al efecto de los mundiales, se percibió que en una sociedad crece el desempleo, la corrupción y la inflación, la gente es menos feliz, mientras que el poder pasar tiempo siguiendo las instancias del evento trae felicidad, y eso es lo que ocurre con el magnetismo de los mundiales FIFA.
La felicidad de los países que son sedes creció con respecto al año anterior, y se instala un clima de festejo por un tiempo que se prolonga en el tiempo y queda sellado para siempre en la historia deportiva.
La alegría no es solo Brasilera.