El futbolista del mundial que desprecia modelos promiscuas y coches caros

Assou-Ekotto, un futbolista con las ideas muy claras | Agencias

El futbolista que odia el fútbol .Esta fue la frase para describir a Benoit Assou-Ekotto que utilizo un periódico británico. Pero es mentira. Al defensa de la selección de Camerún le encanta el fútbol. “No podría trabajar en una oficina por mil euros al mes, viendo las mismas caras todos los días y trabajando 45 años para pagar una casa”, asegura. “Trabajo dos horas al día y gano mucho dinero», dice. ¿Cómo no le va a gustar el fútbol? Aunque sí reconoce que no es su pasión. «Juego por dinero», afirma. Y se aleja del tipo de jugador que ficha por un equipo y asegura que siempre fue su sueño jugar allí. “¿Por qué iba a jugar a Inglaterra, si no conocía a nadie y no hablaba inglés? Por dinero”.

Assou-Ekotto, nació en Francia, de madre francesa y padre camerunés, siempre se ha sentido muy ligado a Camerún. De echo, disputa el mundial con esta selección “Prefiero estar orgulloso de jugar con mi país”, explicó. Odia también el ambiente que rodea al fútbol. “Los futbolistas se dan demasiada importancia. Ganamos 100.000 o 200.000 euros a la semana, pero no hacemos nada para mejorar el mundo. No hemos inventado el agua caliente. Sólo damos patadas a un balón”, dice.

Assou-Ekotto, no quiere coches caros. Una vez tuvo un Bentley, pero se deshizo pronto de él, cuando se dio cuenta de que su valor descendía desde el mismo momento en que lo sacó del concesionario. A día de hoy disfruta de un Smart y colecciona Ford Mustang, porque su valor aumenta con los años. Y, en cuanto a las mujeres, prefiere seguir con su novia de toda la vida. “No me interesa una modelo que ha estado con 255 hombres. No quiero una chica que hayan tocado futbolistas del Fulham o del Chelsea”, aseguró.

Assou-Ekotto quieren que le recuerden como algo más que un futbolista, y por esta razón tiene una fundación, BAE 32, con la que pretende ayudar a los jóvenes. El lateral camerunés es consciente de que el fútbol ha reconducido su vida. “Podía haber acabado muerto o en la cárcel”, concluyó.

Por David Perona