Fondos públicos y Fútbol Privado

Resulta curioso que una actividad profesional como es el fútbol de élite que en España se practica en una gran mayoría de sociedades anónimas deportivas (SAD) y un puñado de asociaciones deportivas no mercantiles (Real Madrid, Barcelona, Athletic Club de Bilbao y Osasuna), reciba fondos públicos para apuntalar su subsistencia financiera. Hoy se publicó en el portal FutbolFinanzas.com un análisis en el que se hace un recuento de la asignación de dinero público autonómico a distintos clubes: una distribución que, de la mano del ajuste presupuestario en el Estado central y en las autonomías, irá mermando hasta desaparecer casi por completo.

El recuento cubre casi toda la geografía española liguera. La Diputación de Vizcaya suspendió unilateralmente el acuerdo que por 7,6 millones de euros tenía con el Athletic hasta 2016, si bien mantendrá su participación por un total de 50 millones en la construcción del estadio San Mamés Berria. En 2012, la Diputación de Guipúzcoa no renovó el acuerdo de patrocinio de casi un millón de euros con la Real Sociedad. En Navarra, el Osasuna reclama 1,5 millones al Ejecutivo autonómico por el patrocinio de su estadio como “Reyno de Navarra” en lugar de “El Sadar” de toda la vida.

Del mismo  modo, tanto el Barça como el Espanyol dejarán de percibir tres millones de euros cada club por el acuerdo con la televisión autonómica catalana TV3. Como bien observa el autor del análisis, Gontzal Hormaetxea, se trata de “una respuesta a un problema de liquidez” que afecta a la equidad.

Anteriormente, el descalabro mayúsculo se dio en la Comunidad Valenciana, donde su Generalitat dio 66 millones de euros por temporada a los clubes de la autonomía –Valencia, Villarreal, Levante, Elche, Hércules y Castellón. También les dio avales: eran tiempos de la gorda burbuja inmobiliaria y de gobiernos autonómicos a los que el dinero quemaba en sus manos. Paradojas de las malas gestiones, el Ejecutivo valenciano había otorgado un préstamo de 81 millones de euros al Valencia que, al no poder hacerle frente, hubo de hacer sitio a la Generalitat como accionista mayoritario del club. Algo similar ocurrió con el Celta de Vigo, cuyo 25% del capital pertenece a Nova Caixa Galicia, uno de los “bancos malos” nacionalizados ante la crisis del sector bancario español, también en temporada de ajuste.

No son estos clubes los únicos: la lista es más amplia e inclusive se extiende a otras autonomías. No hace un mes que la SAD Salamanca anunciaba su cierre por quiebra técnica y el Xerez está en severo riesgo de seguirle; una realidad que parece ir a más. En la víspera de la entrada en vigor de las reglas del juego limpio financiero de la UEFA (no gastar más de lo que se ingresa), el mensaje de los gobiernos autonómicos a los clubes de sus territorios parece ser el de unos progenitores que malcriaron a sus vástagos asegurándoles la paga de algunos dineros.

Ahora que ya no pueden continuar con esa práctica, les hacen ver que no han sido capaces de generar una significativa cuantía de ingresos propios, como sí ha sucedido con los emancipados Real Madrid y Barcelona –el duopolio de facto (ingresan el 56% de las ganancias ligueras) de esta liga de clase media empobrecida que ahora exporta jugadores españoles a otras ligas europeas top.

Observa el sociólogo de la Universidad de Valencia Ramón Llopis Goig en su estudio “Claves etnoterritoriales de la historia del fútbol español” (2005) que el balompié en España se rige por la lógica de la etnoterritorialidad: esa dimensión conceptual en la que “se desarrollan los conflictos identitarios y movilizaciones políticas, en donde los principales actores sociales son los grupos étnicos con un anclaje geográfico delimitado”, en la visión de Luis Moreno citado por Llopis Roig. Otra lógica mucho más fáctica, la de las finanzas, ha irrumpido en ese vínculo etnoterritorial entre clubes de fútbol profesional y un ámbito territorial acotado por límites, lenguas, costumbres.

La lógica financiera ha puesto de manifiesto varias cosas de importancia. Que la fiscalidad de los jugadores es alta (el 43% -y el 56% para quienes ingresan más de 600.000 euros anuales). Que Hacienda ha puesto la vigilancia estrecha en el tema de los derechos de imagen de los futbolistas; unos derechos que se ejercen desde complejos entramados empresariales asentados en paraísos fiscales. Que el pago de impuestos por las fichas de los jugadores arde en manos de los clubes y de aquellos: que, tanto unos como otros esperan de la otra parte la asunción de ese pago. Que el salario de los futbolistas se vuelve menguante. Que el modelo institucional de las SAD está caducado: estos clubes conforman el grueso de la deuda del fútbol español, estimada por el economista José Luis Gay de Liébana en unos 3.600 millones de euros en 2010-2011 -frente a unos ingresos de 1.800 millones en 2011-2012 de los cuales el 60% (1.100 millones) se destinan a pago de salarios de los jugadores, según estimaciones de la consultora británica Deloitte. Que los ingresos de los clubes habrán de pasar cada vez más por fondos privados, ante el retiro parcial –o total- del prestamista en última instancia –el Estado en sus distintas formas territoriales. Que la pelea de la telecracia (Eduardo Galeano dixit) entre Canal+ y Mediapro perjudica tanto a los clubes por el reparto desigual de los derechos, además de los aficionados que deben armar sus propias quinielas horarias y familiares para ver si asisten o no a los estadios –con el consecuente impacto en las taquillas.

El ajuste de la economía española también llegó a los clubes de fútbol profesional. Con una duda planteada: con tanta operación bikini de los flujos de caja de los clubes más allá de la estacionalidad, ¿Por cuánto tiempo más seguirá siendo la Liga BBVA la mejor liga del mundo?

 

Vía: http://notengoestereo.blogspot.com.es/

Autora: @aleherranz