Siendo muy joven Nasser al-Khelaïfi (Catar, 1973) se hizo tenista profesional. No subió del puesto 995 del ránking de la ATP y los premios en metálico que obtuvo a lo largo de su carrera rondaron apenas los 16.000 dólares. La aventura le sirvió, sin embargo, para hacer vida social. Coincidió en el equipo nacional con el príncipe heredero catarí, el jeque Tamim ben Hamad al-Thani, y ambos trabaron una larga amistad. Por encargo del príncipe, Al-Khelaïfi se ocupó de la rama deportiva de una de las fortunas más imponentes del planeta, el fondo de inversiones soberano del emirato de Catar (Qatar Investment Authority). La adquisición del Paris Saint Germain por parte del QSI en 2011 colocó a Al-Khelaïfi en la presidencia del club que hoy, con la visita del Barça, vive su día grande. Ayer abrió el palco del Parque de los Príncipes para ejercer de anfitrión con exquisita discreción.
P. Presidente de la federación de tenis catarí, presidente de la cadena Al Jazeera Sports, propietario de los derechos televisivos de la Ligue 1, presidente del Paris Saint Germain… usted es el gran administrador de los intereses del emirato de Catar en la industria del deporte.
R. Tenemos nuestro propio estilo. Tenemos que adaptarnos a la cultura y a la ley francesa. No es posible trasladar las ideas porque, por ejemplo, el Barcelona lo ha hecho genial, pero su estructura societaria es completamente distinta a la nuestra. El Barça es público y el PSG es una empresa privada…