El fútbol, como cualquier actividad empresarial y económica, no permanece ajeno, y ni muchos menos se libra de la crisis que está sacudiendo gravemente a los países europeos, aunque muchos analistas lo nieguen. Los grandes equipos europeos no son capaces de ofrecer los salarios que están ofreciendo muchos presidentes de otros continentes. Una competición que a día de hoy se está aprovechando mucho de esta situación es la “La Major League Soccer” (MLS). Esta liga se está convirtiendo en el destino para muchos futbolistas que juegan en Europa, y que quieren mejorar notablemente su contrato.
Una noticia de última hora ha sido la marcha de un emblema de la selección inglesa y del Tottenham: Jermain Defoe. El delantero cambia de país y jugará en el Toronto FC canadiense. Con 31 años, Defoe se ha marchado por 7,2 millones de euros, pero lo más sorprendente es el salario: contrato de cuatro años con la MLS por el que recibirá cerca de 110.000 euros por semana, lo supone más de 5 millones de euros por temporada. Escandaloso para los tiempos que corren.
Defoe no ha sido el único jugador europeo que ha cogido el avión rumbo Toronto. Al jugador inglés le acompañará el centrocampista internacional de la AS Roma, Michael Bradley. El jugador estadounidense ganará unos 7 millones de euros por temporada, casi 8 veces más de lo que ganaba en el equipo italiano.
El dinero de los jeques está propiciando que poco a poco las estrellas se dirijan a países con poca tradición futbolista como Estados Unidos, Canadá, Australia y Qatar. Quizá, de aquí a unos años, podamos ver a Cristiano Ronaldo en Qatar, o a Lionel Messi, jugando en la liga china con un contrato estratosférico. El dinero no tiene límites, y mucho menos en el mercado futbolístico.