Desde hace 3 años atrás, el terrorismo es una cosa que nos aterroriza a todos. Desde lo ocurrido en Francia, la policía ha aumentado la seguridad en todos los estadios cuando se produce algún espectáculo con gran repercusión. Y un antecedente lo encontramos la semana pasada con el autobús del equipo alemán, el Borussia Dormuntd, el cual fue atacado por tres artefactos que hirieron al jugador español Marc Bartra.
Tras lo sucedido, la policía se puso “manos a la obra” y desplegó un dispositivo en busca de bombas o algún material que explosionara. La policía alemana tomó nota de los ataques anteriormente que se han estado produciendo e intensificó la presencia de policías y los cacheos. Tras lo sucedido, la UEFA les obligó a jugar al día siguiente y terminaron perdiendo por 3-2 ante el Mónaco, en una gran polémica que señaló al organismo internacional por permitir la disputa del encuentro tras el mal momento vivido por los jugadores del conjunto alemán.
Como hemos mencionado anteriormente, ya ocurrió mientras la selección francesa estaba disputando un partido en su capital, donde en pleno partido se pudo escuchar a la perfección la explosión de un artefacto. La Eurocopa quedó señalada como un franco fácil y accesible para los terroristas, pero por suerte la organización policial estuvo atenta impidiendo cualquier mínima intención.
Debemos recordar, que el terrorismo no es flor de un día, ni de dos. En España, concretamente en 2002, ETA atentó en las horas previas a un Clásico que se iba a disputar en la Copa de Europa, a la vez que en 1992, el mismo organismo hizo estallar un coche en el Vicente Calderón.
El terrorismo, a cualquier nivel, supone un incremento del gasto en seguridad, a la vez que provoca una gran incertidumbre. A día de hoy, cualquier partido o evento de importancia debe multiplicar por diez su seguridad. El fútbol parecía tener una especie de barrera que le protegía, pero el Borussia Dortmund demostró la fragilidad que todos los clubes tienen ante esta incómoda amenaza.