Hubo un tiempo no muy lejano en que las marcas de ropa deportiva (Adidas, Nike, Kappa, Umbro…) realizaban diseños diferentes para cada uno de los equipos que vestían. Así no era difícil que aunque uno no fuera seguidor de ese equipo, se viera fácilmente atraído por alguna nueva camiseta de tal o cual club. No obstante, esos momentos han pasado a mejor vida. Ahora se limitan a hacer uno o dos modelos, y cambiar los colores o las rayas de vertical a horizontal.
Un claro ejemplo de ello ocurrió hace unos meses en la presentación de la nueva camiseta del Athletic Club de Bilbao en la despedida del viejo San Mámes. Se esperaba que la firma encargada de ella, Nike, estuviera a la altura y sorprendiera a todos los leones con una vestimenta extraordinaria. No obstante, nada más lejos de la realidad.
El modelo presentado, para desesperación de la afición rojiblanca, era muy parecido, prácticamente calcado, al que habían vestido esa misma campaña el eterno rival (la Real Sociedad) o un club de Segunda División (el Almería). Situación que a cada temporada que pasa se repite con tantos y tantos equipos del universo futbolístico.
No obstante, estas grandes multinacionales deberían saber que tienen las de perder. Así, a excepción de los aficionados impacientes que desean comprarse cada temporada la camiseta del club de sus amores sea cual sea (blanca, amarilla o colorada), son cada vez menos los que deciden renovar el vestuario de su equipo.
Harina del mismo costal son las propias entidades futbolísticas que se debaten entre el dinero del patrocinador o el poder contar con una vestimenta diferente a la del resto. Sin embargo, a este paso, tendrán que decidir pronto de qué lado están: si de las marcas o los aficionados. De lo contrario, también acabaran mordiendo el polvo en esta batalla.
