Hace tres años, Sandro Rosell dinamitó la estabilidad del FC Barcelona cuando decidió introducir por primera vez publicidad comercial en la camiseta del club, aludiendo que se había encontrado una situación económica bastante más delicada de lo que esperaba en un primer momento. Suponía desplazar del primer plano a UNICEF, con la que Joan Laporta había llegado a un acuerdo años atrás: los culés pasearían la marca de la ONG internacional a coste cero.
Aquello evidentemente provocó la admiración del mundo entero y a un amplio sector del barcelonismo no le hizo ni pizca de gracia comprobar que en lugar de una firma que representaba tan bien los valores del club, se iba a situar Qatar Foundation, una ONG catarí. “Servirá para tapar la deuda, pero no hay que olvidar que hemos conseguido que la camiseta mantenga su cariz solidario”, se excusó el presidente catalán.
Esta organización fue fundada en 1995 por el jeque Hamad Al Thani, un hombre que adquirió ese estatus tras dar un golpe de estado contra su padre ese mismo año. El Gobierno catarí aporta la mitad del presupuesto y la presidenta actual es Mozah Bint Naserr, jequesa de Catar. El multimillonario acuerdo con el Barcelona se cerró por 165 millones de euros, divididos en 6 temporadas (30 millones cada una de ellas, aunque 15 en la primera por ser media temporada más 5 millones de los títulos logrados).
Evidentemente, el acuerdo chirrió desde el primer día y se puso en duda su fin social. Con el tiempo se descubrió que la firma no era con la fundación en sí, sino con Catar Sport Investment, por la que el grupo podía utilizar la camiseta blaugrana como cartel de propaganda de todo lo que considerara oportuno, no exclusivamente de Qatar Foundation.
Es decir, Qatar Sport Investment podía ceder en cualquier momento el espacio reservado a Qatar Foundation a cualquier otra empresa comercial, siempre con el ok del Barcelona. Ya hubo quien avisó que poner la marca de la ONG no era más que un puente para introducir con el tiempo una gran firma comercial que también llevase el sello de los petrodólares.
Eso es precisamente lo que ha ocurrido esta temporada. A partir de este curso, Messi y sus compañeros lucirán en el pecho el logo de Qatar Airways, una compañía aérea que nada tiene que ver con fines solidarios. Un cambio que está muy lejos de las justificaciones de Rosell de hace tres cursos. El proceso, eso sí, ha sido perfectamente estudiado. Al Barça se le acaba la solidaridad.