En pocos días, el Sevilla F.C. pasó de haberse clasificado para jugar competiciones europeas, habiendo quedado en un meritorio quinto lugar, a verse en Segunda División B. Con jugadores como Davor Suker, Gabi Moya o Juan Carlos Unzué. Era el verano de 1995. La Liga de Fútbol Profesional (LFP) anunció que no inscribía ni al club hispalense ni al Celta de Vigo para la temporada 1995/1996. Un retraso en la presentación de una transferencia económica que debía avalar el 5% del presupuesto de cada entidad, como garantía de provisión de futuras deudas, implicaba su descenso administrativo…