La Telecracia del Fútbol y sus Finanzas

La Liga española transita su travesía por las secas tierras de la aridez financiera propia. La telecracia duopolizada continúa con su propia guerra por otros medios –tribunales, abogados, negociaciones- y suman acólitos (los clubes) a uno y otro bando telecrático, que la miseria cunde en sus arcas; también en sus valores. Los aficionados de vacaciones en el pueblo, en la playa, en la montaña o en sus casas; que la mayoría rasca más en sus propios bolsillos de lo que lo hacen los mismos clubes en sus arcas.

Ayer decía el periodista Alfredo Relaño en su blog en el diario deportivo AS que en esta “guerra del fútbol” entre Sogecable (del grupo PRISA) y Mediapro (de Jaume Roures –La Sexta, Gol TV), él suele posicionarse en torno de Sogecable por dos razones: la pertenencia de AS al mismo multimedio y el impago de la deuda que Mediapro mantiene con este grupo.

Pero Relaño apunta atinadamente el problema mayor del fútbol, del que la pelea de la telecracia duopolizada es una parte: la falta de dinero, en consonancia con la economía del país. Este año, la Liga BBVA y la Copa del Rey costarán 830 millones de euros, unos 50 millones más que la pasada temporada. “Nuestro fútbol no ingresa lo que pretende, como les pasa a casi todos los sectores. Va a llegar la hora de asumirlo”, concluía Relaño en su entrada.

No hay dinero, plata, pasta, guita, cash, líquido; ni un mango, ni un duro. Sin embargo, los clubes españoles se aferran al duopolio de la telecracia para asegurarse un monto fijo ahora que la UEFA oficiará de sabueso de cada club europeo en pos del cumplimiento de su normativa de juego limpio financiero –resumida consuetudinariamente en no gastar más de lo que se ingresa.

Las teles proponen el calendario y los horarios; los clubes acatan sin manifestar disenso o acuerdo: simplemente se someten al estado de situación de las instituciones de fútbol, esto es, a sus reglas de juego en tanto condiciones de relativa previsibilidad.

¿Qué peso tienen los derechos de retransmisión en los clubes? En un reportaje de abril de 2010 publicado en el periódico digital El Confidencial, se calculaba que para los equipos españoles modestos el peso de estos derechos es significativo pues supone el 80% de sus ingresos; y para los grandes representan el 33% del total.

Pero se trata de un reparto asimétrico y desigual: la Liga BBVA es la única de las cinco grandes ligas europeas (Premier League, Bundesliga, Calcio Serie A y Ligue 1) que no tiene una negociación colectiva de los derechos televisivos.

El autor del reportaje, Alejandro Laso, resumía así la composición de los ingresos de los clubes: “Los derechos televisivos suponen más de un 60% de los ingresos de las cinco ligas más importantes del planeta. En la española, la cifra media asciende al 67%. Los ingresos por marketing y patrocinios suponen el 32% de las ganancias totales de los clubes españoles y la recaudación en taquillas el 29%”.

Resulta curioso que el debate de fondo se diluya entre estas peleas de patio escolar (por el tamaño) donde se dirimen asuntos cruciales (por el volumen de dinero en juego). Porque el debate de fondo radica en el modelo institucional imperante (todas sociedades anónimas deportivas, las SAD, y apenas cuatro clubes que son asociaciones deportivas no mercantiles).

En la forma de financiación del fútbol profesional. En las distorsiones de la cadena de intermediaciones (las fichas de los jugadores pueden estar participadas en muchos porcentajes entre varias partes interesadas). Y en la rendición de cuentas hacia los accionistas, los socios y el Erario público.

En el informe “Il y a urgence à reguler lefootball” (“Urge regular el fútbol”) de la Fundación francesa Terra Nova publicado en mayo pasado, se destacan algunos puntos imprescindibles factibles de ser reformados legalmente. Entre ellos, la situación financiera de degradación de los clubes, que urge tratar para evitar una crisis sistémica.

O la lógica financiera y especulativa de las transferencias de fichas de los jugadores que desde 2002 se abrió a transferencias de precios exorbitantes. O que la masa salarial de los jugadores no deja de aumentar, que un tercio de los clubes europeos tiene una carga salarial que supera el 70% de su facturación.

El guante, servido hace mucho tiempo ya, fue recogido en el juego limpio financiero de la UEFA, con una incógnita en el horizonte: que se haga un fútbol de dos velocidades supranacionales (Champions y Europa League) en desmedro de las múltiples nacionales (las ligas respectivas de los países).

A diferencia de lo que sucede en España, en Inglaterra los clubes de la Premier League se muestran más beligerantes contra las proposiciones telecráticas. Ayer se informaba en el sitio web de la cadena pública BBC Sports que la FIFA y la UEFA han perdido su apelación contra el dictamen europeo de que la Copa del Mundo y la Eurocopa deberían ser emitidas en televisión abierta en el Reino Unido.

En 2011, la Corte General Europea había sentenciado que el Reino Unido podía mantener en emisión en abierto aquellos eventos futbolísticos dentro de una lista de eventos protegidos por la emisión de interés deportivo nacional. “Esto significa que las dos competiciones no pueden ser vendidas en exclusividad a emisoras televisivas de pago”, se indicó en BBC Sports.

Tanto la FIFA como la UEFA apelaron esta resolución, con el argumento conjunto de que no pueden vender con justeza estos eventos por su valor real. Acaso se salgan con la suya: el modelo de pago estará a pleno en la Copa del Mundo Rusia 2018, en caso de que estas entidades marco ganen la apelación.

No es un asunto menor. En Sudáfrica 2010, la FIFA ganó un mínimo de 2.000 millones de dólares estadounidenses por los acuerdos en torno de la venta de los derechos de emisión a medios de comunicación. Para la UEFA, los derechos de retransmisión de la Champions League suponen el 75% de sus ingresos totales.

El fútbol de pago es el balón que mueve a este deporte y a los flujos de caja de los clubes y las televisoras. En el caso inglés, BT pagó 738 millones de libras esterlinas por tres años por los derechos de emisión de 38 partidos por temporada y Sky TV abonó 2.300 millones de libras por 116 encuentros por temporada.

El divorcio mayor que experimenta el fútbol es con la cotidianeidad de sus seguidores, habitantes de esta España que tiene seis millones de parados, una economía que no crea empleo y un ahogo institucional por impericia de las personas que hacen la política de siempre. Pareciera que el fútbol prefiriera vivir en su propia burbuja como si ésta fuera la vacuna adecuada contra todas las plagas socioeconómicas, como si este deporte fuera indemne a ellas.

Autor: @aleherranz  Blog: http://notengoestereo.blogspot.com.es/

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