Las cuestiones políticas han estado presentes dentro del ámbito deportivo, finalmente podemos considerar al fútbol como una especie de “Guerra Moderna” en la que los países siguen queriendo dominar a otro y salir vencedores.
Hemos visto campeonatos de Copa del Mundo donde la intervención política dicta al ganador, o cancelación de partidos por algunos conflictos. Recientemente recordemos el enfrentamiento entre Estados Unidos e Inglaterra donde se rumoraba que por cuestiones de relaciones comerciales, el país perteneciente a Gran Bretaña tuvo que ceder la victoria.
La idea en si es que los conflictos entre Rusia y Ucrania provocaron la intervención diplomática de Estados Unidos mediante una carta a la FIFA en donde le pedía la NO participación de Rusia en el Mundial de Brasil y consecuentemente quitarle la sede del Mundial de 2018.
Causando completa conmoción, el país anfitrión de los recientes Juegos Olímpicos de Invierno ha contestado de manera igual a la FIFA pidiendo que Estados Unidos no participe en dicha categoría debido a sus recientes años de conflictos bélicos.
Estas circunstancias repercute de forma económica para la selecciones de fútbol pues puede ahuyentar a los patrocinadores y si en algún momento alguna de las dos deja de participar los ingresos de las respectivas Nike y Adidas se verían afectadas en una mínima expresión.
La carta de Estados Unidos fue presentada la semana pasada, la de Rusia el miércoles pasado y hasta ahorita no ha habido ninguna respuesta por parte de las autoridades correspondientes de la FIFA para darle solución a esto pues también retomemos la idea de que la institución deportiva es promotora de la paz.