Existen características indispensables que los clubes buscan en los jugadores para que formen parte de ellos, quizá de las más valoradas sería su habilidad dentro de su posición así como sus antecedentes en el mismo deporte. Es arriesgado cuando se invierten cantidades enormes en fichajes que experimentarían por primera vez un reto superior. Cabe destacar que no es que un jugador “olvide” sus habilidades, hay muchas razones detrás de un jugador que ejemplifican su mala racha, además que recordemos que no todos los jugadores están hechos para todos los clubes.
El verano pasado, a parte de poder disfrutar de un Mundial glorioso en fútbol-espectáculo, hubo jugadores emblemáticos que simplemente enloquecieron el mercado de fichajes. Dentro de todos ellos podemos hacer énfasis a jugadores mexicanos que a simple vista le complicaron la fase de grupos a Brasil, dejaron fuera a Croacia y finalmente mostraron las debilidades de una Holanda que pretendía ser la favorita al título. Desde ese momento, los jugadores mexicanos tuvieron mayor protagonismo y aunque no todos, hoy podemos ver una gran diversidad de clubes que desean tener uno de ellos en sus listas.
Raúl Jiménez, Guillermo Ochoa y Chicharito protagonizaron ese momento. El primero un “9” con suficiente talento por pulir y que el Atlético de Madrid junto con Simeone consideraron sería una inversión sumamente interesante; por otro lado Ochoa quien se encontraba como agente libre, muchos querían poder entablar negociaciones con él y ver si sería conveniente, sin embargo fue el Málaga quien decidió aceptar los términos. Ambos clubes buscaban en específico esas posiciones, mientras que el Real Madrid ante la lesión de Jesé y salida de Morata necesitaba un sustituto para Benzema y po supuesto que le generara presión al francés, los resultados serían vistos comenzada la temporada.