El primer título europeo en juego, la Supercopa, enfrentó el viernes pasado al Bayern de Munich, vigente campeón de la Champions League al ganar el duelo fratricida con el Borussia Dortmund, con el Chelsea, que venció en la Europa League a un Benfica que sufrió una vez más la maldición de Bela Gutman.
Curiosamente ambos equipos, a pesar de los triunfos, decidieron apostar por un cambio de entrenador, Mourinho abandonó el Real Madrid para sustituir a un Rafa Benítez discutido por la afición del equipo de Londres; mientras que Guardiola llenaba de esperanzas a los aficionados bávaros, que no olvidarán fácilmente el triplete logrado por Heynckes.
El reencuentro entre los que fueran técnicos de los clubes más grandes de la liga echó chispas, como era de esperar. Pep se llevó la victoria en los penaltis tras un emocionante partido, en el que los de Mou se quedaron con diez tras una entrada en la que Ramires lesionó a Götze. El técnico luso volvió a quejarse del árbitro y afirmó que “si estás enamorado, no matas una final con una segunda tarjeta”, y añadió que el “mejor equipo perdió”; a lo que Pep replicó: “Hemos tenido grandes ocasiones, hemos atacado muy bien. Merecimos el título”
Las estadísticas estaban del lado de Pep, que en sus 15 enfrentamientos había vencido en 7 ocasiones, perdido en 3 y empatado en 5, algo que el portugués no acepta: “Tus estadísticas están muy equivocadas. Vete a ver lo que pasó cuando yo estaba en el Inter en la semifinal de la Liga de Campeones, o con el Real Madrid en la final de Copa o en la Supercopa de España“, le replicó al periodista que le hizo saber estos números.
El Bayern hizo buenos los pronósticos y se hizo con el título. El premio fue un cheque de 3 millones de euros al ganador y 2,2 millones de euros al subcampeón. No está nada mal para una final “que no especial porque no es una gran competición“, según Mourinho.
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